Hoy ha habido huelga nacional de taxistas y concentración y
manifestación en Madrid con la correspondiente repercusión en los
medios. Hoy el taxi está en boca de todos. A estas alturas todo el mundo
sabe que algo pasa con el taxi; mucha gente (no sé si todo el mundo) se
ha hecho una composición, tiene una idea de qué está pasando en el
sector del taxi. Lo que no estoy muy seguro es si esa idea es muy
acertada, objetiva, si refleja realmente la situación por la que está
pasando el sector. Voy a intentar explicar lo que ocurre o lo que en mi
opinión ocurre. Sin tecnicismos, sin entrar en articulados, reglamentos o
engorrosas normativas, a ver si lo podemos entender todos.
Básicamente y resumiendo, por si tienes prisa: Una
panda de tramposos, marrulleros, trapaceros... ¿delincuentes? con mucho
dinero han venido con sus multinacionales domiciliadas en Holanda y sus
cuentas corrientes en paraísos fiscales a engañar o a intentar engañar a
todo cristo. Sí, a todos: taxistas, administración y usuarios. Al
usuario y a los poderes públicos los seduce o intenta seducir con cantos
de sirena, con informes pagados e inventados por ellos mismos; los
taxistas son daños colaterales, o enemigos directos si no se dejan
llevar, si no se dejan morir, si no se dejan depredar.
Llegan a la cola de la taquilla del concierto y se cuelan sin
importarles las horas que otra gente lleva guardando turno; tiran de
contactos para pasar sin pagar o saltan la tapia, rompen la alambrada y
entran sin importarles si hay overbooking. Una vez dentro dan codazos y
exigen a la organización que baje el precio de los cubatas y suba el
volumen de la música, que cambie el horario, suba el precio de las
entradas y quite la mitad de los porteros.
Eso es lo que está pasando con el taxi, ese es el motivo de la
movilización de hoy: la ley está para cumplirla y estos tramposos,
marrulleros, trapaceros... ¿delincuentes? no solo se la están saltando,
además quieren cambiarla; no solo se cuelan, dan codazos y mean fuera
del tiesto, además quieren cambiar la ley para que no puedan llamarles
la atención.
Si hay que abrir la puerta, primero habrá que ver por qué estaba
cerrada, quien hay dentro y porqué y qué beneficios traería abrirla —los
informes que te inventas no me valen—.
Si le das una patada a la puerta —como el señor Corcuera quiso hacer en
su día—, saltas la tapia, rompes vallas eres un tramposo, un marrullero,
un trapacero... un ¿delincuente?